Bones!

Estic a una llista de correu que es diu "recla-mar", no sé si ho coneixeu. Ho varen iniciar gent de la cofradía de veleros libertarios, nómadas del mar... bé, la qüestió que el creador de la llista, Metello, ha enviat una reflexió que me pareix bastant interessant, arrel del darrer assaig d'Antonio Turiel i Juan Bordera "El otoño de la civilización". Vos la copio aquí: 



Nuestra civilización ya está muerta
  SOLO QUE NO SE HA ENTERADO

En su último ensayo, el científico y divulgador Antonio Turiel, extrapolando datos de un informe de la agencia internacional de la energía y considerando el fracaso del fracking, llega a la conclusión de que en 2025 la producción mundial de petróleo se habrá reducido de un 40% respecto a la de 2018. Hemos entrado en el dark side of the Hubbert curve, con el Covid y la guerra en Ucrania dándonos el empujoncito inicial por el tobogán del decrecimiento forzoso.

Mi interpretación de esta inquietante evidencia, a la luz de la proporcionalidad directa entre producción de crudo y PIB evidenciada por J.M. Jancovici, es que en el próximo lustro el PIB mundial se irá reduciendo casi a la mitad.  Dicho de otra forma, sería como si todos ganáramos la mitad de lo que ganamos ahora, o, lo que viene a ser lo mismo, que todo nos costara el doble.
Pero eso sería una simplificación ingenuamente optimista, porque en realidad la riqueza no suele estar repartida muy equitativamente, con lo cual lo más probable es que esta devastadora recesión se repercuta sobretodo sobre la gente de a pié, mientras los millonarios encontrarán la manera de preservar su capital de la inflación salvaje durante un tiempo más.
En cambio,  es matemáticamente verosímil que gobiernos como el español, de aquí a 3 años, estén ya tan endeudados que no podrán seguir pagando ni jubilaciones, ni sueldos de funcionarios (a partir de 2024 habrán más pensionistas que trabajadores cotizando). Primero quebrarán empresas, y luego los estados, uno tras otro.

Si a la escasez de hidrocarburos le sumamos el descontrol climático que azota cada vez más al planeta, el holocausto de biodiversidad, un sector agropecuario irreversiblemente industrializado (con semillas patentadas,  suelos erosionados, eutrofización de reservas hídricas), tenemos la tormenta perfecta para un desabastecimiento alimentario sin precedentes. Una tormenta 100% antropogénica.

La mitad de la población humana,  o sea unos cuatro mil millones de personas,  tienen todas las papeletas para morir de inanición antes de que acaben los años veinte.  Siempre y cuando no se adelante otra pandemia, o una espectacular guerra atómica que arrase con todo: una eutanasia masiva,  un último y heróico acto del ser humano para terminar de transformar la biosfera en necrosfera. 

No escribo eso por gusto, no me recrea agobiar al personal. Pero alucino que desde todos los sectores de la política se siga mirando hacia el otro lado, achacando el agotamiento de los recursos primero al Covid, y ahora a Putin. Se cumplen 50 años desde la publicación de "the limits to growth" y todavía no hemos asumido que no es posible crecer indefinidamente en un planeta finito.

Como sociedad, todo esto nos está pillando en bragas. El Covid no ha sido ni un aperitivo de lo que se nos viene encima. Es más urgente que nunca dejar atrás nuestra vida actual, y apostar todos nuestros últimos recursos en proyectos colectivos de permacultura, desarrollo de low techs, autogestión solidaria, economía local y circular, para sentar las bases de un decrecimiento energético lo menos doloroso posible. El sistema extractivista que conocemos está en sus últimos estertores. Pero por muy antisistema que seas,  hay poco que celebrar. Hay que actuar. Es hora de volcarse en la creación de una nueva sociedad, con nuevos valores y nuevas prácticas. El borrón es inevitable,  pero la cuenta nueva es nuestra responsabilidad.

Metello